A un año del desembarco de Javier Milei en la Casa Rosada, la radiografía de los ingresos de los argentinos arroja resultados heterogéneos, con pérdidas significativas en las remuneraciones vinculadas o dependientes del sector público y comportamientos dispares en los salarios privados. Ninguna categoría logró esquivar la llamarada inflacionaria de principios de 2024 y la recuperación del poder adquisitivo es asimétrica.
Así se desprende del informe «Ingresos populares bajo el gobierno de Milei: deterioro generalizado y heterogéneo» de la Fundación Fundar, que registró que los rubros más perjudicados fueron los más «expuestos a la inflación y al nivel de actividad económica, los que dependen del gasto público y aquellos sin herramientas para defenderse».
La caída de los ingresos en el primer año de Milei
La diferencia fundamental entre el derrumbe de jubilaciones y sueldos estatales e informales, y los salarios privados fue la negociación paritaria. Algunos segmentos consiguieron mejores acuerdos salariales que les permitieron capear de manera más efectiva la suba de precios. Los datos corresponden al período septiembre 2023-septiembre 2024.
«El recorte de gasto público en salarios y protección social afectó a todas las familias que dependen de estas fuentes de ingresos. Jubilaciones, salarios y programas sociales representan casi el 50% del ajuste. Los docentes, entre los que más perdieron», indica el reporte firmado por Sebastián Etchemendy, Federico Pastrana y Joan Manuel Vezzato.
Por el contrario, la Asignación Universal por Hijo (AUH) fue el único ingreso que se fortaleció de forma simultánea a la caída interanual de la Tarjeta Alimentar. Según cálculos de los expertos de Fundar, la combinación de ambos beneficios no alcanza a cubrir la línea de indigencia.
En tanto, los autores del trabajo evaluaron que «la desinstitucionalización de instancias de negociación, como la paritaria nacional docente o el salario mínimo, vital y móvil» propiciaron el retroceso de las remuneraciones de los argentinos ya que las actualizaciones fueron definidas de «manera unilateral, sin consenso en las instancias generales de discusión salarial».
Sector privado vs. sector público: qué salarios cayeron más
La formalización laboral y la posibilidad de acceder a paritarias, propios de los trabajadores registrados, implicaron un una ventaja frente a los empleados informales y las personas no asalariadas. Tal es así que los dos universos exhibieron una pérdida mayor que los asalariados formales.
«Los ingresos no fueron lo único que se vio afectado. Los empleos de mayor precariedad también se ven más rápidamente afectados por transformaciones como la caída de la actividad económica del (del 4% promedio), el un aumento en el desempleo (del 22% anual, pasando del 6,2% al 7,6%), y el aumento del subempleo demandante», reza el estudio.
La heterogeneidad también se apoderó de los trabajos registrados. Buena parte de la poda de los recursos públicos implementada por el equipo económico estuvo sustentada en la baja de los salarios de los trabajadores estatales. Entre los despidos y las negociaciones que no se ajustaron a la evolución de la inflación, el derrumbe fue más pronunciado (-23% interanual) que en los sueldos privados (-8%).
Hacia adentro del sector público, el salario de los docentes universitarios acusó una reducción más profunda que el resto (-29%). De esta manera, la erosión del poder adquisitivo del personal de universidades estatales alcanzó un promedio de -21,9%.
Algo similar ocurrió con el empleo privado. La mayor parte de los oficios experimentó contracciones, que en algunos casos llegaron al -20%, aunque otros consiguieron empatar con la dinámica inflacionaria y mantener el poder de compra de sus pesos como los bancarios.
«Los desempeños menos favorables se explican por el retraso en la firma de los acuerdos y por incrementos intermitentes que no alcanzaron la inflación pasada (subindexaron). Los más favorables se debieron en cambio a un acortamiento de acuerdos y la inclusión de aumentos mensuales», sostiene el informe.
Las jubilaciones soportaron la mayor parte del ajuste fiscal
En cuanto al resto de los beneficiarios de recursos públicos, sufrieron las retracciones más relevantes de todos los segmentos. La motosierra fiscal de Milei y Caputo recayó mayoritariamente sobre jubilaciones, que representó casi el 25% del recorte.
En efecto, las jubilaciones mínimas con bono incluido registraron un retroceso de -16% entre septiembre de 2024 y el mismo mes del año anterior. Si bien la actualización por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) redundó en una recuperación del poder adquisitivo, el congelamiento del bono evitó que la mejora alcanzara los niveles previos al salto devaluatorio de diciembre de 2023.
Respecto a los haberes medios y altos, la fórmula de movilidad vigente posibilitó una mejoría más rápida. «Sin embargo, sin bono, la caída frente a la aceleración inflacionaria tras la devaluación de diciembre fue mucho más abrupta y la pérdida de ingresos producida en el medio da cuenta del mayor deterioro», alerta el documento de Fundar.
Por último, la AUH anotó un avance de 27% luego de que el Gobierno duplicara el monto que paga por mes. Esa decisión retrotrajo el programa social a niveles de 2020 y desde julio, comenzó a ajustarse por el IPC como las jubilaciones y pensiones.
A pesar de lo positivo de las cifras, los especialistas destacan que «es pertinente evaluar su desempeño junto con el de la Tarjeta Alimentar, ya que más del 80% de los beneficiarios de la AUH también lo son de esta prestación». «Encontramos que, si bien tuvo un aumento en febrero y otro en junio, en los primeros diez meses de gobierno, el monto a valores reales cayó un 23,8%«, sostuvieron.
De esta manera, pese al fortalecimiento de la AUH, el recorte del poder de compra de la Tarjeta Alimentar desemboca en un desempeño dispar para el segmento más vulnerable de la población a tal punto que, combinadas, no cubren la Canasta Básica Alimentaria (CBA).
MFN / Gi