La designación por decreto de Ariel Lijo como juez de la Corte Suprema de Justicia ha generado tensiones dentro del oficialismo y expuso diferencias entre Javier Milei y algunos de sus aliados. El senador Luis Juez, referente del Frente Cívico y cercano al presidente, dejó en claro su postura crítica ante la maniobra utilizada para la nominación, abriendo un debate sobre los límites del respaldo político y la coherencia institucional.
Para Juez, la decisión de nombrar a Lijo en comisión mediante un decreto presidencial “no fue correcta y altera el espíritu de las normas”. Desde su perspectiva, el procedimiento debió respetar los canales institucionales, llevando el pliego al recinto para su votación. Su argumento no solo apunta a una cuestión formalista, sino a la necesidad de preservar la credibilidad del gobierno en un contexto donde Milei se presenta como el gran reformador del sistema político tradicional.
El senador cordobés, con un perfil de franqueza poco habitual en la política argentina, fue tajante: “Si esto lo hubiese hecho Cristina Kirchner, habría pensado lo peor. ¿Por qué debería pensar distinto solo porque la decisión la tomó un amigo?”. Su declaración pone en evidencia la tensión entre el respaldo a Milei y la necesidad de mantener una postura coherente frente a la institucionalidad y la independencia de la Justicia.
Juez también dejó en claro que su acompañamiento al gobierno libertario no será incondicional ni obsecuente. “Yo no pido nada, pero tampoco me pidan que mi acompañamiento sea incondicional”, afirmó, marcando una distancia con la lógica de alineamiento absoluto que algunos sectores esperan dentro del oficialismo. Este posicionamiento es clave, ya que refleja la existencia de una base de apoyo a Milei que no está dispuesta a avalar cualquier decisión sin debate ni cuestionamiento.
Más allá de la controversia por el método de designación, el senador no ahorró críticas contra Lijo, a quien definió como “todo lo que está mal” y un “operador judicial”. Con esta calificación, Juez refuerza una mirada compartida por sectores que ven en Lijo una figura vinculada a las prácticas más cuestionadas de la justicia argentina, como el manejo discrecional de expedientes para favorecer a determinados dirigentes políticos.
Sin embargo, su crítica no implica un distanciamiento absoluto del gobierno de Milei. Juez enfatizó su deseo de que el presidente tenga éxito. «Me preocupa que a Javier Milei le vaya mal», dijo, alertando que un eventual fracaso podría traer “lo peor de la política” de regreso al poder. En este sentido, su postura se enmarca en un apoyo condicionado, donde la lealtad a la gestión libertaria está sujeta a principios y no a una adhesión ciega.
El episodio de Lijo deja en evidencia que dentro radar mileísta existen matices y que el alineamiento no es monolítico. La disputa por la designación en la Corte Suprema será un test clave para medir hasta dónde está dispuesto Milei a sostener su estilo disruptivo y cuánto margen de maniobra tendrán aquellos aliados que, como Luis Juez, le brindan apoyo, pero sin renunciar a su identidad política.
