El precio del dólar aumenta las importaciones (perjudicando a la industria local), desalienta las exportaciones y deteriora así la cuenta corriente de la balanza de pagos.
El gobierno que prometió terminar con el déficit sin endeudarse acaba de firmar un nuevo préstamo con el FMI. Con la excusa de “ordenar las cuentas”, Javier Milei y Luis Caputo aprobaron por decreto un acuerdo que no solo viola la Ley de Sostenibilidad de la Deuda sino que refuerza la dependencia de la Argentina con el organismo internacional. Sin discutirlo en el Congreso y sin detallar las condiciones del pacto, la Casa Rosada repite la jugada de Mauricio Macri en 2018: pedir dólares prestados para sostener un modelo insostenible. La diferencia es que esta vez lo hacen mientras aseguran haber logrado superávit. Si el equilibrio fiscal es real, ¿por qué esta gestión necesita más deuda? La respuesta es tan simple como preocupante: porque sin dólares baratos, el plan económico tambalea.
Este martes se publicó en el Boletín Oficial el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 179/2025, el número 62 de la gestión Milei, en el cual se aprueba un nuevo préstamo con el Fondo, más precisamente un Acuerdo de Facilidades Extendidas, a 10 años.
Si bien no se busca realizar un análisis jurídico, al menos caben mencionar dos cuestiones en este plano. Por un lado, el DNU viola abiertamente la “Ley Guzmán” (la 27.612, de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de Deuda Pública), que establecía la obligatoriedad de que sea el Congreso el que autorice un programa de este tipo, y que había sido sancionada justamente para que no volviera a ocurrir lo que sucedió en 2018: Mauricio Macri celebró un acuerdo gigantesco sin aval legislativo. Por otro lado, se aprueban “las operaciones de crédito público” sin dar detalles de su contenido. Entonces, ¿qué es lo que se aprueba? ¿Tan perjudicial para la Argentina es que no lo puede enviar al Congreso?
Vamos al por qué. Milei y Caputo venían sosteniendo sistemáticamente que la deuda es hija del déficit fiscal. Ahora bien, si hay superávit, ¿por qué necesitan acudir a un préstamo en dólares con el FMI? Para sostener un tipo de cambio artificialmente atrasado, que traccione a la baja la tasa de inflación y conservar así su principal activo ante la ciudadanía en un año electoral.
Con el acuerdo, Milei termina confirmando lo que muchos analistas vienen señalando, incluido el exministro de economía Domingo Cavallo, que pasó de ser el mejor ministro de la historia a “un impresentable”: el tipo de cambio está atrasado, eso aumenta las importaciones (perjudicando a la industria local), desalienta las exportaciones y deteriora así la cuenta corriente de la balanza de pagos. Esta última presenta ya 8 meses consecutivos de saldo negativo. ¿Qué significa esto? Salen más dólares para pagar bienes y servicios e intereses de deuda que los dólares que ingresan por exportaciones o servicios vendidos al exterior. Esto implica que la economía argentina necesita constantemente un flujo de divisas que compense dicho déficit.
En el primer semestre del gobierno libertario, el tipo de cambio alto, el parate de la actividad y sobre todo la cuotificación del pago de importaciones (a 30, 60, 90 y 120 días) permitió que la cuenta corriente sea positiva. Ahora bien, para junio de 2024 ese efecto terminó y el saldo comenzó a ser negativo. El resultado: el Banco Central debió vender reservas en junio y julio. Pero en agosto, el Gobierno se garantizó un fenomenal ingreso de dólares: con el blanqueo, se depositaron en los bancos —y así ingresaron al sistema— US$22.000 millones.
Con esos dólares depositados, los bancos salieron a ofrecer préstamos: la normativa establece que al momento de otorgarse el crédito, no se otorguen los dólares sino que se depositen los pesos equivalentes, obligando así a los bancos a vender dólares en el mercado oficial. Esa oferta de dólares en el mercado oficial permitió que a partir de agosto, el BCRA pueda comprar divisas: se otorgaron más de US$7.300 millones en préstamos y el BCRA compró US$7.800 millones. Sin embargo, ese flujo tiene un tope que pareciera estar alcanzándose, y el Gobierno entonces, necesita una nueva canilla: el FMI.
El Presidente y su ministro de economía justifican el nuevo acuerdo diciendo que no implica un aumento de la deuda o, más aún, que reduce la deuda. ¿Cómo pueden afirmar tamaña falacia? Sostienen que el préstamo del Fondo se utilizará para pagarle al propio FMI y para cancelar deuda con el BCRA, y por ende, no aumenta la deuda del Tesoro. Esto implica ocultar la diferencia sustancial en términos cualitativos de la deuda que la Argentina sostiene con el FMI y la deuda que el Tesoro Nacional (en forma de “Letras Intransferibles”) mantiene con otro organismo del propio Estado como es el Banco Central. Pretenden así plantear como iguales una deuda que al vencimiento puede ser refinanciada sin mayor complejidad, como son las Letras Intransferibles que tiene el BCRA, con la deuda con un organismo multilateral que incluye un programa y una auditoría de su cumplimiento, con la pérdida de soberanía que ello implica. Como si fuera lo mismo deberle a tus padres que al usurero del barrio…
¿Qué sabemos hasta ahora del acuerdo? Poco y nada. Ni montos, ni plazos de desembolsos, ni condicionalidades. Sí se puede deducir del DNU que se trata de un acuerdo a 10 años (un Acuerdo de Facilidades Extendidas o EFF por sus siglas en inglés) y que mínimo alcanzará a cubrir los vencimiendo con el FMI de los próximos 4 años. Si sólo se refiere a los vencimientos de capital, esto equivale a US$14.000 millones, mientras que, si incluimos intereses y sobrecargos, ascienden a US$23.500 millones.
Si desagregamos los vencimientos por año, la justificación de Milei y Caputo se torna más inverosímil: en 2025 restan pagarle al Fondo US$1.900 millones (en concepto de intereses) y en 2026 habrá que afrontar US$3.600 millones. No pareciera que dicho perfil requiera un desembolso del tamaño que se está proponiendo y que el propio Gobierno señala como necesario: US$10.000 millones.
Sólo el componente político —la afinidad ideológica entre Donald Trump y Milei— permite entender cómo es posible que el Fondo aumente el tamaño del préstamo a la Argentina, su principal deudor en el mundo, violando las propias leyes argentinas (que exigen la aprobación del Congreso), para sostener un tipo de cambio atrasado (que incluye dilapidar dólares en el mercado financiero para contener baja la brecha) y permitirle al Gobierno llegar sólido a las elecciones. Cualquier parecido con 2018, no es pura coincidencia.
