La destrucción del INTA se ha consumado con la firma del Decreto 462 publicado el 8 de julio pasado. Si bien seguirá llamándose así, será otra institución. No tendrá ninguna similitud con el organismo concebido en la década del 1950, creado con la urgente necesidad de incrementar la productividad del sector agropecuario, asegurar el abastecimiento interno y generar saldos exportables crecientes.
En 1956 cuando nació el INTA, entre distintas corrientes de opiniónse impusieron los fundamentos de la Sociología Rural Norteamericana ydel estructuralismo latinoamericano de la CEPAL, con toda la impronta de Raúl Prebisch, a la que se sumaron relevantes antecedentes nacionales: la convicción de que el aumento de la productividad agropecuaria no se lograría solo con la investigación, sino también con la articulación de la extensión, la educación de la familia rural, la mejora de sus condiciones de vida y la valoración de sus conocimientos. Para eso, era necesario crear un instituto de Investigación y desarrollo de las economías regionales. Era imprescindible trabajar en el contexto rural, para facilitar la adopción de mejoras productivas. Y así fue como se obtuvieron muy pronto resultados impactantes en el incremento de la producción agropecuaria.
Desde el Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA), investigadores de orientación neoliberal como Daniel Lema y Santiago Hermo (2019) analizaron la tasa de retorno marginal (el aumento del beneficio de la investigación más la extensión agropecuaria, frente a un incremento determinado en el gasto )y determinaron que por cada peso invertido hay un retorno en beneficios de casi 30 veces más. ¿Qué hace el INTA se pregunta el Ministro Sturzenegger?. Aumenta la tasa de retorno marginal.
Otro aspecto fundamental la gran participación de las provincias, de sus productores, de las agroindustrias y del sector científico en todos los Consejos de Centros Regionales y de Investigación. Hasta hoy, el INTA contaba con espacios de participación y conducción donde cobraban relevancia las voces de más de 1.500 instituciones de todo el país, que participaban ad-honorem por un legítimo interés: el desarrollo agrobioindustrial de todas las provincias argentinas.
El nuevo INTA
Hoy los Consejos de los Centros Regionales y de Investigación dejan de existir como espacios de conducción. También deja de existir el Consejo Directivo Nacional, verdadero gobierno del INTA desde su creación. Es sustituido por un Consejo Técnico, donde se expulsan a las Facultades de Agronomía y Veterinaria y al representante de ACREA. A partir de ahora estará integrado por cuatro miembros de la Mesa de Enlace y cuatro del sector político del gobierno de turno. Ese Consejo técnico ya no tiene como misión la gobernanza del INTA. Se crea a los efectos de asesorar en los lineamientos científico-técnico del organismo. Para trabajar en esta función el Decreto determina que sólo cuatro de sus ocho integrantes deben tener título de grado. El resto, con primaria alcanza. Hasta ahora para cubrir los cargos de Director Nacional, Director Regional, de Centro de Investigación, de Estación Experimental o de Instituto se requiere título de grado y posgrado. ¿Dónde queda el principio de la meritocracia, tan pregonado?.
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En el INTA que dejó de existir, un Presidente elegido por el Poder Ejecutivo del gobierno de turno tiene la suma del poder y reemplaza al Consejo Directivo. El sistema anterior, permitía generar políticas institucionales de mediano y largo plazo. Hoy eso se terminó. Las urgencias políticas del gobierno que sea, regirán procesos que en general no son de corto plazo.
De este modo, el INTA, un organismo que según la Ley Bases no se podía disolver ni intervenir, ha sido disuelto en su concepción básica (y aunque se llame INTA, su personería jurídica cambió) y también se ha intervenido como ya se explicó. De un organismo participativo y federal pasamos a un organismo con riesgo de autocracia, centralizado y unitario. De un sistema de investigación y extensión para el desarrollo regional. pasamos a un organismo que solo se dedicará a la Investigación.
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Estados Unidos e Irlanda mantienen bajo un mismo sistema la investigación y la extensión. Otros países como Australia o Brasil acordaron que sus estados (provincias) se hagan cargo de la extensión, pero persiste una fluida relación con el organismo que hace investigación. Parece que el actual gobierno le quiere tirar el proceso de extensión por la cabeza a las provincias argentinas, hoy desfinanciadas. ¿Quién se hará cargo de la extensión si se destruyen las trescientas agencias rurales de extensión que, desde Ushuaia a La Quiaca habilitan a que se produzca innovación en todos los estratos de productores grandes, medianos o pequeños?
Hoy en el INTA está prohibido mencionar la palabra Agricultura Familiar, que es un término nacido en la FAO y que en Argentina representa al 64% de los productores. En las actuales condiciones nadie podrá cubrir la territorialidad que tenía el INTA. En este nuevo esquema, solo se trabajará con el 10 o el 15% de los productores grandes, quienes ya cuentan con sus asesores y consultan directamente con las áreas de investigación del instituto.
Cuando esta columna se publique, habré presentado mi renuncia como Profesional Asociado ad-honorem del INTA. Junto a otros profesionales ya jubilados seguimos vinculados, consolidamos nuestro aporte y sumamos nuestra experiencia. Pero el INTA que conocía ya no existe y creo que no tiene sentido mi participación. La decisión ahora la tiene la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación. ¿El Decreto representa las facultades que los parlamentarios decidieron delegar?
*Ex Director Nacional del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)