La mexicana Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera mujer que ocupará la presidencia de este país de unos 130 millones de habitantes y segunda economía de América Latina luego de ganar sin sorpresas y con casi 60% de los votos las elecciones de este domingo, y ahora enfrentará una serie de desafíos que van desde cómo logrará diferenciarse de su mentor, el popular presidente saliente Andrés López Obrador, a intentar bajar los altos índices de violencia, que se tradujeron en los asesinatos de alrededor de 40 candidatos y candidatas en la presente campaña.
Sheinbaun, además la primera persona de origen judío en llegar al gobierno mexicano, se impuso por 58,77% de los votos a su principal competidora, la originaria Xóchitl Gálvez -aspirante por una alianza opositora que incluía al centenario y otrora imbatible PRI-, quién logró 28,24%. En tercer lugar, con 10%, quedó Jorge Álvarez, del Movimiento Ciudadano.
“México ya no se escribe con M de machismo (…) se escribe con M de madre y M de mujer”, profetizó Sheinbaum hace un año, cuando todos los sondeos le auguraban un resultado favorable en los comicios de ayer, en un intento de sentar sus propias propuestas electorales -más allá de las que hereda del omnipresente López Obrador- y enviando un claro mensaje de combate a la violencia de género.
En sólo dos décadas, México pasó de tener un presidente como el derechista Vicente Fox, que describía a las mujeres como lavadoras “de dos patas”, a una mandataria electa de izquierda, científica de profesión de 61 años que dedicó varios tramos de su campaña a enfrentar al machismo en un país considerado culturalmente como tal.
“¡Nunca más un ‘calladita te ves más bonita’!”, fue una de las frases de campaña más utilizadas por la presidenta electa por el oficialista Morena.
La igualdad de género en la fuerza laboral a menudo está dividida por clases, y las mujeres, como las trabajadoras domésticas, enfrentan condiciones duras. A pesar de que la apertura del acceso al aborto se ha ampliado significativamente en los últimos años, los grupos feministas en los estados mexicanos todavía luchan por un mejor acceso a los derechos sexuales y reproductivos, consignó la agencia de noticias AP en su portal público de internet.
La figura de AMLO y los retos de la futura gestión
En otros órdenes, Sheinbaum sabe que semejante espaldarazo electoral no le asegura una tranquila gestión presidencial, y en ese sentido, los votos que le traccionó AMLO (tal como se lo conoce al presidente saliente) para consolidar su triunfo podrían ponérsele en contra si no logra revertir algunas situaciones difíciles por las que atraviesa el país por responsabilidad de los últimos gobiernos mexicanos, incluido el saliente.
Al respecto, observadores mexicanos coinciden en señalar que el principal reto que espera a la presidenta electa es enfrentar la violencia narco, que en la presente campaña se tradujo en al menos 38 homicidios de candidatos y candidatas a diferentes cargos en todo el país.
Desde 2006, cuando el presidente derechista Felipe Calderón decidió declararle una “guerra” al narcotráfico, el país quedó inmerso en una crisis de violencia institucional y humanitaria que dejó hasta el presente 450.000 muertos, en su mayoría inmigrantes y pobres, y unos 100.000 desaparecidos.
En una decisión que recibió críticas de los sectores de defensa de los derechos humanos nacionales y extranjeros, AMLO decidió utilizar una Guardia Nacional (policía) con niveles de entrenamiento y armamentos más cercanos a los de las fuerzas armadas en la lucha contra los cárteles del narcotráfico.
Sheimbaum dejó en claro en su campaña que no abandonará esta política de “impunidad cero”, pero le incorporó un matiz: “Impulsaremos una estrategia para abordar las causas” socioeconómicas que hacen que miles de jóvenes se incorporen permanentemente a las bandas criminales.
La extraordinaria figura de AMLO, quien dejará el gobierno con 70% de aprobación popular, es considerada otro desafío para la mandataria electa. La pregunta generalizada es saber cómo gobernará evitando la sombra de su mentor.
Tal vez el aspecto de gobierno en el que la presidenta electa se diferenció con mayor énfasis de su futuro antecesor fue la política frente a la pandemia de covid.
Cientifica al fin, Sheimbaum priorizó la prevención de contagios con distribuciones masivas de barbijos y límites de horarios y achicamiento de personal en empresas y comercios, mientras a nivel país AMLO prefirió mantener abierta la economía dejando muy escaso margen a los casos de confinamiento, una política que hizo que México tuviera una cifra cercana a los 330.000 decesos.
En otros ámbitos, también se apuntan entre las principales preocupaciones que tendrá la presidenta Sheimbaum a la cuestión económica, con exportaciones perjudicadas por el tipo de cambio actual, y el déficit presupuestario que recibirá, equivalente al 5,9% del Producto Bruto Interno.
Finalmente, en áreas que ciertamente no sólo conciernen a México, el país norteamericano presenta escasez de agua y de energía, sequías prolongadas, incendios forestales y temperaturas inéditamente elevadas.
¿Por qué ganó Sheimbaum?
La presidenta electa mostró una gran solidez de gestión como alcaldesa de México –cargo que ocupará ahora otra mujer, Clara Brugada, también candidata de Morena-, y hasta sus detractores no dejan de reconocer su compromiso con temas como la energía renovable y la educación.
También tuvo a su favor la amplia red nacional de llegada a la ciudadanía de Morena y el apoyo de la maquinaria del Estado.
“Desde la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Morena se ha convertido probablemente en el modelo de partido más exitoso a nivel nacional”, dijo Gustavo Urbina, académico del Colegio de México, a la agencia de noticias AFP.
EL PRI gobernó México de forma ininterrumpida durante siete décadas, hasta el año 2000.
Otro punto incuestionable a tener en cuenta fue el desprestigio de los partidos tradicionales que conformaron la coalición opositora, integrada por el centrista PRI, el derechista PAN y el izquierdista PRD (expartido de AMLO).
Si se tiene en cuenta que los tres partidos (dos de los cuales ganaron elecciones presidenciales por sí solos) no alcanzaron el 30% de los votos, queda claramente expuesto el fracaso opositor.
El discurso de este sector se basó en desacreditar la gestión de AMLO sobre la base de que sus medidas -que en el corto plazo beneficiaron a millones de ciudadanos- no tienen sustento para mantenerse en el tiempo y culminarán en una crisis, pero no ofrecieron un programa alternativo que resultara atractivo para la mayoría.